Nuestras calles.


Por Lilymeth Mena.
Pintura de la artista mexicana Aida Emart.

La magia del internet, siempre acercándonos o alejándonos, ha sido una casualidad, causalidad, encontrarte por acá siete años después; mirarte cubierto de canas, sobre esa misma cabecita de piedra que alguna vez amé.
Eres el mismo, pero ya no eres nada.
El mismo gato refunfuñón y mugroso de siempre, el pelo enmarañado y casi en los huesos. 
Te reconozco, como se reconoce el viejo camino a casa, las casas que no cambian de color, los árboles con las mismas ramas y su hojarasca regada por el suelo. Una que otra puerta ya comida por el tiempo, las macetas bien regadas de doña Lucrecia, y el perro callejero que se rasca las pulgas con la pata trasera.
Te reconozco con apenas mirarte de reojo, no me atrevo a mirarte de frente, me das pena. 
Ya no estas loco. 
Hace muchos años que dejé de leerte por que todo me sonaba igual, te volviste tan predecible y aburrido. 
Preferí abandonarte, antes que detestarte.
Simplemente, cerré la llave.
No mas duchas de agua fría.
Ahora que te "rehayó" como al llavero perdido de esa entrada vieja, me da rabia, lo acepto, que haya sido esa, la que cambio tus calles, nuestras calles, por sus caminos empedrados.

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